En Guatemala, un párroco fue condenado por haber violado a una adolescente de 14 años. Mientras que en Colombia se hizo pública una denuncia contra un distinguido sacerdote salesiano de Bogotá, que habría abusado de un niño de siete años durante una década.
La semana pasada se dieron a conocer dos casos de violaciones sexuales en la iglesia católica. Por un lado, un sacerdote guatemalteco fue condenado a 16 años de prisión por abusar de una adolescente de 14 años. Y por el otro, se hizo pública una grave denuncia contra un párroco colombiano que habría abusado de un monaguillo por más de veinte ocasiones, entre 1982 y 1992. El afectado hoy tiene 43 años y pide justicia.
En Guatemala, el sacerdote católico Ignacio López García fue condenado a 16 años de cárcel tras comprobarse que abuso sexualmente, y en reiteradas ocasiones, a una adolescente de 14 años .
El acusado era párroco de la Iglesia Espíritu Santo del poblado de Puerto Barrios (Izabal), ubicado al noreste de Ciudad de Guatemala. Conoció a la víctima en el 2016, cuando asistía a sus clases de catequesis de preparación para la primera comunión. Desde entonces entabló una relación con ella, la cual fue documentada a través de mensajes de texto que han sido utilizados como evidencia en contra del sacerdote.
De acuerdo a las investigaciones, las violaciones sexuales ocurrieron en la oficina de la parroquia y la menor fue amenazada de muerte por el cura para que no denunciara lo sucedido. Además de su testimonio, se presentaron ante la Fiscalía estudios periciales y psicológicos que ratifican lo dicho por la denunciante, cuya identidad se mantiene en reserva.
López García fue detenido en abril del 2017, en la frontera de Guatemala con El Salvador, tras una orden de captura en su contra. El pasado martes 18 de setiembre, fue condenado por el Tribunal de Sentencia de Delitos de Femicidio y Otras Formas de Violencia contra la Mujer y Violencia Sexual de Izabal a 16 años y siete meses de prisión por el delito de violación con circunstancias especiales de agravación de forma continuada.
En los últimos años, miles de casos a nivel mundial han salido a la luz, con testimonios escalofriantes de víctimas que han sufrido de abusos y violaciones sexuales al interior de la iglesia católica. Algunos fueron víctimas en reiteradas ocasiones y recibieron amenazas violentas o fueron humillados en público al intentar denunciar su agresión.
Por lo pronto, la reacción del Vaticano ha sido más reactiva que preventiva. Una de las últimas medidas implementadas ha sido el lanzamiento de una línea de teléfono, exclusiva para recibir denuncias de abusos sexuales al interior de la iglesia. Las llamadas al número +1-888-538-8541 son confidenciales y por el momento se encuentra habilitado solo en los Estados Unidos. Desde su lanzamiento en agosto, esta línea ha recibido 1071 denuncias y se han identificado a más 300 depredadores sexuales con sotana.
Es probable que nunca sepamos cuántas vidas han sido arruinadas por los abusos cometidos por la iglesia católica a nivel mundial, ni cuantos casos continúan encubiertos o silenciados. Las víctimas no solo merecen una reparación económica, también necesitan de una justicia implacable que condene a los violadores y que les otorgue la paz interior que tanto anhelan.
(Imagen: The Daily Beast)
Un caso similar se reveló la semana pasada en Colombia, cuando se dio a conocer la denuncia de un hombre de 43 años que durante su niñez fue monaguillo en el santuario Divino Niño de Bogotá y que señaló que el párroco Gustavo Eliécer García abusó de él cuando tenía 7 años y por más de una década.
Cinco años atrás, el hombre decidió confrontar al sacerdote salesiano, también conocido como Eliécer Salesman, en la búsqueda de pruebas para una acusación formal de abuso sexual. En el video que registra este encuentro, se puede escuchar el escalofriante testimonio del cura de 89 años quien, tres décadas después, reconocer haber violado a la víctima:
En el video, el denunciante la hace recordar cómo le quitaba la ropa y cómo tuvieron intimidad más de veinte ocasiones, a lo que el cura responde: “Yo recuerdo una. Un domingo, 4 de la tarde. Yo venía superfundido después de tres misas. Usted se presentó con pantaloneta arriba de la escalera, usted no se imagina el estado anímico cuando uno lleva tres misas. Entramos a la pieza, cuestión de, no alcanzaron cinco minutos. Eso recuerdo”.
Inicialmente, la familia de la víctima denunció las violaciones ante la Congregación Salesiana. Como indemnización, recibió dos choques por más de $ 16 mil dólares cada uno y les prometió investigar los hechos. Sin embargo, Eliécer García siguió ejerciendo el sacerdocio, dando misas y publicando libros, al punto de convertirse en un líder religioso reconocido en Bogotá. Nunca fue expulsado ni recibió algún tipo de amonestación por la denuncia.
«Yo lo único que estoy pidiendo es justicia. No es posible que eso se presente en la comunidad católica. Esto está afectando al mundo entero», expresó la víctima a la emisora radial La W.
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